Corría el año 1.624 cuando el Colegio de Huérfanos de San Vicente Ferrer, fundado en 1.410 por este santo valenciano, trasladó su sede desde las inmediaciones de la Iglesia de San Agustín a la entonces denominada Calle Sagasta.
En los últimos tiempos de su estancia en su antigua sede, venía siendo tradicional que los niños realizasen procesiones en la zona con una imagen de San Vicente, vistiendo el hábito de los dominicos y cantando los gozos del santo, mientras solicitaban limosna a los vecinos.
Tras el traslado, los vecinos continuaron recordando cada año esas procesiones, en memoria de los niños de la calle de San Vicente, dando con ello origen a la desde entonces tradicional Fiesta, que anualmente se celebra organizada por la asociación Fiesta de los Niños de la Calle San Vicente.